Comenzamos el viaje visitando el parque Nacional de Etosha. Uno de los parques más grandes y famosos de África. La fauna goza de una extensión de más de 22.000 kilómetros cuadrados para campar a sus anchas, pero al final de la estación seca los animales se concentran alrededor de las charcas.





    Encontramos sin problema lugar donde acampar en los campings dentro del parque. Visitarlo fuera de temporada hace que no sea necesario reservar con meses de antelación.

    Los campamentos están ubicados cerca de alguna charca, por lo que resulta sencillo avistar todo tipo de animales bebiendo en ellas.





    Nos despedimos de Etosha y nos dirigimos a la frontera con Angola donde el río Kunene salva un importante desnivel formando las cascadas de Epupa. A principios de noviembre el río no trae mucho caudal haciendo menos impresionante el salto de agua.


    De camino a las cascadas de Epupa nos sorprendió ver a mujeres de la etnia himba caminando con su indumentaria tradicional por los pasillos de un supermercado en la ciudad de Opuwo. De regreso a la ciudad, entramos a visitar una aldea himba y comprobamos como siguen viviendo de la misma manera que generaciones y generaciones anteriores.






    Pero los himbas no son los únicos que siguen vistiendo de forma tradicional. Las mujeres herero, también del grupo bantú, siguen luciendo coloridos vestidos de corte victoriano.





    En uno de los escasos controles del camino, nos preguntan si podemos llevar a Rebeca y su hija hasta el pueblecito donde viven.
    Cuando llegamos al destino, un jóven vecino se ofrece a guiarnos en el intento de avistar elefantes del desierto. La pista discurre por el cauce seco de un arenoso río, por lo que tenemos que poner todos los sentidos (aparte de la tracción) para no quedarnos atrapados en la arena.

    Estos paquidermos se han adaptado a las duras condiciones de vida del desierto y han adaptado ciertas sensibilidades que no tienen sus congéneres de zonas más habitables.





    La zona desértica de la región de Damaraland cuenta con impresionantes formaciones rocosas. Y quizás una de las más espectaculares sea el área de Spitzkoppe. Alberga a su vez numerosas pinturas rupestres de más de tres mil años de antigüedad.




    Abandonamos por unos días los cielos azules y el calor del interior y descendemos a la costa atlántica. Curiosamente la proximidad al mar nos proporcionará las temperaturas más frescas de todo el viaje. Este tramo de litoral conocido como "Costa de los esqueletos" debe su nombre a la cantidad naufragios que se han producido en la zona debido a las persistentes nieblas, fuertes vientos y violento oleaje.




    Pero las fría corriente de Benguela no sólo genera fenómenos meteorológicos adversos. Congrega también abundante vida marina y alrededor de ésta, numerosas colonias de aves o leones marinos.



    Nos despedimos de la costa y nos dirigimos a una de las zonas más visitadas de Namibia.



    En pleno corazón del desierto del Namib, los fuertes vientos se han encargado de crear enormes dunas de arena rojiza, algunas de más de trescientos metros de altura. Ascendemos a algunas de ellas desde donde disfrutar de un espectacular paisaje.


 



    Una carretera asfaltada te acerca a las conocidas dunas de Sossusvlei y Deadvlei, pero los últimos kilómetros antes de llegar a éstas es necesario bajar la presión de los neumáticos y meter la tracción a las cuatro ruedas para conducir sobre la fina arena. 

    Algunos animales como el Oryx se han adaptado a las duras condiciones del desierto y campan a sus anchas ramoneando los escasos arbustos que crecen en la zona. Algunos parecen estar acostumbrados a la presencia humana y con sigilo no resulta difícil acercarse a ellos.




    Habíamos dejado la visita a Sossusvlei como postre de nuestro viaje por Namibia, pero el estado de las pistas se encuentra en mejores condiciones de las que imaginábamos y hemos avanzado más rápido de lo esperado, por lo que tenemos una semana por delante antes de volver a casa.
 

    De esta manera ponemos rumbo al Sur para visitar el parque nacional del Fish River Canyon, que alberga uno de los cañones más grandes del planeta.


    El regreso hacia Windhoek lo hacemos por la parte oriental del país adentrándonos poco a poco en el segundo desierto del país, el Kalahari. En este inhóspito desierto la flora adopta formas de lo más caprichosas como este bosque de quiver trees.



    A Nacho y Flor los conocimos la primera semana en el norte de Namibia. Éstos nos aconsejaron que si queríamos avistar animales, especialmente grandes felinos, cruzáramos la frontera para visitar el parque nacional de Kglagadi, un parque transfronterizo que comparten Sudáfrica y Botsuana.
    Ataviados de unos prismáticos y cierta dosis de paciencia nos disponemos a recorrer el parque durante cuatro días con la esperanza de ver animales.


    Al igual que en Etosha, no pasan muchos kilómetros sin que avistemos numerosas manadas de gacelas, ñus, jirafas... pero también solitarios chacales, oportunistas hienas o simpáticas suricatas. Y cómo no, grandes felinos.


En ocasiones, los animales se encuentran tan cerca, que no es necesario un potente teleobjetivo y nos permite sacar fotografías incluso con el teléfono móvil.








    El segundo día camino del Nossob, tenemos la suerte de encontrarnos con una numerosa familia de leones, en la que un enorme macho arrastra los restos de un pesado Eland hasta la sombra de una acacia.
    No muy lejos de éstos, una solitaria hiena da cuenta de los restos de una gacela oryx.




    Pero la gran sorpresa del parque es encontrar un guepardo dándose un suculento banquete.




DATOS DE INTERÉS:

- La mayoría de personas visita Namibia en el invierno austral (nuestro verano), debido a las altas temperaturas del resto del año y a la posibilidad de lluvia entre los meses de noviembre a abril. Nosotros realizamos el viaje en noviembre y disfrutamos de un calor soportable, a excepción de la frontera con Angola, y los últimos días en el parque nacional del Kgalagadi. Comenzamos la ruta por el norte del país para huir de la posibilidad de lluvia (más probable a finales de mes).
- Por otro lado, viajar fuera de temporada alta, hace que los lugares turísticos estén menos concurridos y encontrar alojamiento no sea un problema. Acampamos en Etosha o Sesriem sin reserva previa.
- Namibia es uno de los países menos habitados del planeta, por lo que cuenta con un sistema de transporte muy limitado. Para llegar a las zonas turísticas es casi imprescindible contar con vehículo propio. 

- Si se opta por alquilar un vehículo, recomendamos la opción de uno 4x4. Mucho más cómodo y seguro que un coche convencional e imprescindible para las zonas de arena. Nosotros tuvimos que recurrir a la tracción total en tres ocasiones.
- Alquilamos un Nissan pick up con tienda de campaña en el techo y todo lo necesario para acampar: mesa, sillas, hornillo, utensilios de cocina, etc... y una imprescindible nevera. 
- Nosotros rentamos el vehículo a través de Zambezicarrental y no tuvimos el menor problema y sí una buena atención por parte de Jacques.
- La opción de tienda en el techo nos pareció una buena idea. Dormir a metro y medio del suelo te aísla en buena parte de la arena y el polvo; te aleja de los animales y hace la estancia más fresca. Ojo, a pesar del calor diurno, las noches en el desierto pueden resultar frías!!! 
- Debido a las considerables distancias entre puntos habitados, debemos prestar atención al tema del combustible y no apurar nunca el o los depósitos. Aún así, en los seis mil kilómetros que recorrimos no tuvimos problema en encontrar donde repostar. El precio del litro de gasoil era de unos 14 N$. 
- En noviembre del 2019 el euro se cambiaba por +- 16N$.
- El precio de los campamentos oscilaba entre los 100-200N$ por persona. Excepto en los gestionados por NWR, mucho más caros (333N$ en Etosha y 490N$ en Sesriem).
- Cambiamos algunos euros a moneda local a nuestra llegada en el aeropuerto. Por otra parte pudimos pagar con tarjeta de crédito (Visa) en campings, gasolineras, supermercados...
- En Namibia se puede pagar con moneda sudafricana, pero no así a la inversa. En el parque nacional de Kgalagadi tuvimos que cambiar a rand.
- Al igual que en la mayoría de sus vecinos, Namibia o Sudáfrica no piden visado para visitar el país.
- Por último agradecer a Josu (gran conocedor de la zona) por toda la información que nos facilitó y que nos permitió planificar el viaje. También a Nacho y Flor por su grata compañía y su sugerencia de visitar el Kgalagadi.
- Viaje realizado por Aurora Segurola y Rubén Segura del 4 de noviembre al 1 de diciembre del 2019.